Abogado de derecho penal Italia, narcotráfico, drogas

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Si hay un dato que es de seguro dominio popular respecto a los delitos que integran el narcotráfico es que se trata de delitos graves. Todo el mundo tiene clara consciencia, al verse envuelto en problemas con la Ley con drogas involucradas, de que se enfrenta a una situación seria.

Sin embargo, la experiencia puede ser mucho menos terrible, independientemente de la severidad con que se persigan estos actuares, si se transita por el proceso asistido por un abogado no solo competente sino uno que asuma la atención personalizada a su cliente con el mismo empeño con que se dirige a la corte.

DEFENSA DENTRO Y FUERA DE LA CORTE.

La asistencia legal que brinda el abogado de derecho penal en casos de drogas, para ser completa, debe incluir la entrega de información detallada y frecuente a su defendido, responder sus preguntas, darle explicaciones, hacerle partícipe de las cavilaciones que conducen a decidir el camino de la defensa.

La incertidumbre, pasar por un proceso criminal en la más completa oscuridad, es una nefasta agravante para el estado del imputado, que no mejora en nada aunque disponga del mejor de los abogados, si este no dedica parte de sus esfuerzos a iluminar a su cliente sobre las diferentes posibilidades que se abren para su futuro próximo.

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Hágase representar, por tanto, por un abogado de derecho penal que no solo esté en capacidad de presentar una excelente defensa de su caso desde el punto de vista jurídico, sino que esté dispuesto a llevarle de la mano durante esta espantosa fase de su vida, brindándole claridad sobre su situación. No tenga dudas de que la comprensión de su caso desde el punto de vista técnico y legal, es el mejor paliativo para ese mal momento.

LA DEFENSA MÁS COMPLETA INCLUYE EL FUTURO DEL CLIENTE.

Un abogado que asume su profesión con el grado de amplitud que referimos trabaja en función de conseguir el mejor resultado para su representado, proyectándose más allá del momento presente. Esto es, lucha por la pena más flexible posible, con la vista puesta en las mejores oportunidades para la continuidad de la vida de su cliente en el futuro.

Un ejemplo de esta forma de visión de la defensa penal en procesos de drogas lo constituye el caso del acusado que trafica pero es a su vez un narco-dependiente. El abogado defensor debe tener en cuenta, y darle un sentido prioritario en la estructuración de la defensa, que los efectos nocivos, deterioradores, que causa el consumo consuetudinario de drogas, así como la imperiosa necesidad de la misma que sufre el adicto, son circunstancias que pueden disminuir poderosamente la capacidad del mismo para dirigir su conducta con competencia.

En los casos en que se enjuicia a un adicto, el abogado defensor tiene la misión de hacer patente ante los ojos de los juzgadores que quien figura como agente activo del fenómeno del narcotráfico es también una víctima de ese mismo flagelo. Puede ser que haya cometido el delito estando bajo los efectos de la droga. Por lo general, la disminución de la capacidad que se ha inducido voluntariamente el sujeto no es apreciada como atenuante por las cortes, pero distinto matiz tiene esa misma situación en caso de una adicción poderosa y antigua, y que se presente bien fundamentada ante los jueces.

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Además del efecto positivo que la circunstancia de la adicción puede tener sobre la pena a aplicar, en tanto posible atenuante de la responsabilidad, una defensa bien presentada puede lograr que la justicia se proyecte más hacia la rehabilitación del sujeto, que hacia el castigo, o al menos, en la misma medida. Las penas pueden resultar menos severas, y se pone énfasis en que el sujeto se someta a los tratamientos requeridos para su desintoxicación y recuperación psíquico-social.

En este sentido, igual efecto que la adicción podría conseguirse cuando se trata de delincuentes juveniles, acusados que están en edad de ser juzgados penalmente pero aun sumamente jóvenes, sobre los cuales se insiste mucho en su recuperación, en su reintegro a la sociedad como personas con conciencia cívica y una proyección conductual positiva. Este último objetivo, tanto desde el punto de vista social como de la doctrina penal, es de mucho más peso que castigar el acto cometido.

DEFENSA DE LOS BIENES INMATERIALES DEL CLIENTE

Y como de defensa en un sentido amplio estamos hablando, no podemos dejar de mencionar el papel del abogado en la guarda de los bienes intangibles del acusado, tales como su honor, su privacidad, su imagen pública, el prestigio suyo y el de su familia.

Los cargos por delitos relacionados con drogas suele provocar graves perjuicios a la reputación del acusado, así como para su familia. Los parientes próximos al acusado por narcotráfico, tanto como él mismo, con frecuencia sufren las consecuencias del proceso penal que se desarrolla, traducidas en: Segregación social, exclusión en el mercado laboral, bulling escolar, acoso de la prensa, y más, cuyos ecos se extienden incluso después de que el acusado hubiere sido exonerado.

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Loa valores inmateriales, como el honor y el prestigio, gozan también de protección legal, tanto como los bienes patrimoniales, protección que está en capacidad de ejercer, mejor que nadie, el abogado penalista de casos de drogas, que entiende en toda su extensión, las dimensiones que estos procesos llegan a alcanzar.

Sí, la habilidad para articular titánicas defensas penales es muy importante a la hora de elegir su abogado defensor para casos de narcotráfico. Pero usted no tiene que conformarse con solo eso. Usted tiene la posibilidad de procurarse un servicio jurídico penal integral, un abogado competente técnicamente, con la preparación y la disposición para defenderlo a usted desde todas las trincheras.